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SIETE CONSIDERACIONES AL AFRONTAR LA INFERTILIDAD
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A menudo asumimos que la paternidad o la maternidad suceden fácilmente, pero para muchas parejas casadas no es así. En algunas, la alegría de la concepción nunca llega. Otras sufren repetidos abortos espontáneos. Otras más sobrellevan la infertilidad secundaria: tras dar a luz a uno o más hijos, no pueden tener otro.

El dolor puede hacerse abrumador. Los anuncios de embarazos y nacimientos o imágenes de recién nacidos en los medios sociales pueden intensificar los sentimientos de estar solos en el anhelo de tener un hijo. Asistir a baby showers y estar cerca de niños o mujeres embarazadas puede ser insoportable.

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Si ustedes atraviesan dificultades para traer un hijo a su familia, sepan que no están solos. Dios está con ustedes, y su Iglesia desea caminar con ustedes. Las siguientes sugerencias les pueden ser útiles en este viaje.

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  1. Comiencen con la oración:
    Dios tiene un hermoso plan para su vida como pareja casada. Busquen su guía, y dejen que el poder sanador de la oración, una conversación en la que "el corazón habla al corazón",[1] los fortalezca. El Papa Francisco nos exhorta a orar no sólo con las oraciones conocidas, sino "también rezar con nuestras palabras".[2]
     

  2. Conéctense con otros:
    Una tutoría, un grupo de apoyo de inspiración religiosa o dirección espiritual pueden ofrecer consuelo y nuevas perspectivas. Compartir sus luchas con familiares, amigos o terapeutas también puede aliviar. Pidan a los santos su intercesión, y reflexionen sobre las historias bíblicas de Sara y Abraham, Ana y Elcaná e Isabel y Zacarías.[3]
     

  3. Procuren entender la enseñanza de la Iglesia:*
    El acto sexual expresa el pacto conyugal, que repite una y otra vez, "me entrego a ti enteramente, sin reservas, sin ocultar nada". En esta entrega mutua, que lo abarca todo, incluso su potencial para la procreación, marido y mujer están unidos como uno solo. Estos dos aspectos de la sexualidad, la unitiva y la procreativa, se entrelazan y deben ser inseparables.

    Suprimir la posibilidad de concepción (es decir, uso de anticonceptivos) y crear vida fuera del acto conyugal (es decir, uso de algunas tecnologías reproductivas) obran contra el plan de Dios para el amor matrimonial y contra el don de la vida. El Papa Francisco explica que "el hijo reclama nacer de ese amor" expresado entre marido y mujer en la relación sexual, "y no de cualquier manera, ya que él 'no es un derecho sino un don'".[4] 

    *(Ver explicación más completa en la lista de recursos.)
     

  4. Conozcan la diferencia entre intervenciones éticas y no éticas:*
    Aplicar la enseñanza de la Iglesia significa que los procedimientos que introducen una tercera parte (como gestantes subrogadas o donantes de esperma u óvulos) no son moralmente aceptables. Además, sustituir la relación sexual con una acción de laboratorio, como inseminación artificial o fertilización in vitro (FIV), también es moralmente inaceptable. Sin embargo, los tratamientos que ayudan a facilitar la concepción a través del acto conyugal son moralmente éticos.

    *(Ver explicación más completa en la lista de recursos.)
     

  5. Sean conscientes de "tratamientos" que destruyen vida:
    Algunos procedimientos son problemáticos por múltiples razones. Por ejemplo, además de su carácter no ético, la FIV suele implicar la trágica pérdida de vidas humanas. Con frecuencia se descartan —o congelan— niños en la etapa embrionaria sin siquiera ser implantados en el útero materno. Y si se implantan varios, los médicos pueden sugerir una "reducción fetal": matar uno o más para aumentar las posibilidades de supervivencia del niño más fuerte en el útero. Aunque finalmente podría nacer un bebé, sus pequeños hermanos pueden terminar destruidos.[5]  
     

  6. Hagan un plan:
    ¿Saben que hay opciones médicas coherentes con la enseñanza de la Iglesia que tienen tasas estadísticamente significativas más altas de lograr el embarazo que la FIV?[6] Infórmense sobre estas prácticas de conocimiento de la fertilidad, y otros tratamientos que también respetan su matrimonio y los hijos que puedan concebir. Si han buscado traer un hijo a su familia por medios que no concuerdan con el plan de Dios para la vida y el amor conyugal, tengan esperanza. El Señor nos acoge en el Sacramento de la Reconciliación, en el que podemos recibir la misericordia y el perdón amorosos que todos necesitamos. Con la oración y una conciencia informada, trabajen juntos como pareja para crear un plan que considere el deseo de tener hijos junto con los principios morales, sus medios económicos, las realidades médicas y su bienestar general (como individuos y como pareja). Localicen un especialista o médico que respete su plan y tenga formación en métodos de asistencia que concuerden con la enseñanza de la Iglesia.
     

  7. Mantengan un matrimonio sano:
    Manejar las incertidumbres de la infertilidad es un desafío incluso para los matrimonios más sólidos. Una vez abocados al tratamiento, podrían centrarse más en el proceso que el uno en el otro. La comunicación y la toma mutua de decisiones son vitales. Permanecer íntimamente conectados puede ayudar a sobrellevar los cambios de estilo de vida, el reordenamiento de las prioridades, la incomodidad física, la interrupción de la carrera y las dificultades con personas insensibles. 

 

Aférrense a la verdad constante del amor de Dios por ustedes. Dirigiéndose a las parejas que no pueden tener hijos, san Juan Pablo II afirmó, "ustedes no son menos amados por Dios; su amor recíproco es completo y fructífero cuando está abierto a los demás"[7] y sus necesidades. En los momentos de sufrimiento, señala el Papa Francisco, "sentimos una gran necesidad de que alguien esté cerca y sienta compasión de nosotros". Ustedes no están solos: "Jesús 'no abandona a los que ama'".[8]
 

Incluso si nosotros no pasamos dificultades para tener hijos, podemos ser canales de la misericordia de Dios para aquellos que sí pasan por ellas. Conozcamos maneras de mostrar compasión con sensibilidad en una breve lista de sugerencias en www.usccb.org/respectlife.*

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*El sitio está en inglés, pero tiene muchos materiales en español.

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*Recursos:
 

  • Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. El amor vivificante en una era tecnológica. Washington, DC: United States Conference of Catholic Bishops, 2009.
     

  • Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción Donum vitae (Sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación). Washington, DC: United States Conference of Catholic Bishops, 1987.
     

  • Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción Dignitas personae (Sobre algunas cuestiones de bioética). Washington, DC: United States Conference of Catholic Bishops, 2008.

 

 

 

 

 

[1] Papa Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa de beatificación del venerable cardenal John Henry Newman, 19 de septiembre de 2010 (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2010).

[2] Papa Francisco, Audiencia general, 7 de mayo de 2014 (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2014).

[3] Génesis 18:1-15, 21:1-8; 1 Samuel 1:1- 2:11, 18-21; Lucas 1:5-25

[4] Papa Francisco, Amoris laetitia (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2016), nos. 80-81.

[5] John M. Haas, Ph.D., S.T.L., "Begotten Not Made: A Catholic View of Reproductive Technology" (Washington, DC: United States Conference of Catholic Bishops, 1998).

[6] "Infertility", NaProTechnology, consultado el 9 de mayo de 2016, http://www.naprotechnology.com/infertility.htm. . . , Copyright © Pope Paul VI Institute for the Study of Human Reproduction.

[7] Papa Juan Pablo II, Homilía en la Santa Misa para las familias, 13 de febrero de 1982 (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 1982).

[8] Papa Francisco, Meditación en la "Vigilia para enjugar las lágrimas", 5 de mayo de 2016 (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2016).

 

Extractos de Homilía (13 de febrero de 1982) © 1982, Homilía (19 de septiembre de 2010) © 2010, Audiencia general © 2014, Amoris laetitia © 2016, Meditación © 2016, Libreria Editrice Vaticana. Se usan con permiso. Se reservan todos los derechos. Copyright © 2016, United States Conference of Catholic Bishops, Washington, D.C. Se reservan todos los derechos.

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